En Buenos Aires á los diez y ocho días de Enero del año de mil ochocientos sesenta y nueve, el Sr. Juez Fiscal hizo comparecer ante sí y presente Secretario al Coronel D. Francisco Martínez, que perteneció al ejército Paraguayo y que capituló en la Península frente á Humaitá en el mes de Agosto del año pasado. y quien hizo presente dicho señor Fiscal, contestara bajo su palabra de honor á las preguntas siguientes, a lo que se comprometió hasta donde sus conocimientos le permitiesen, hacerlo así. En seguida el Sr. Juez Fiscal le propuso si le convendría mas escribir por si la contestación a las preguntas siguientes, a lo que se comprometió. Primera—Su nombre, patria, edad, religión, estado y profesión. Segunda—Su empleo en el Ejército Paraguayo, el como se encuentra en esta Capital y (que trato ha recibido entre los aliados. Tercera—Donde se encuentra su familia con todos los pormenores que tenga de ella y si su señora tenia algún parentesco con el General López. Cuarta—Qué disciplina tenia el Ejército Paraguayo y de qué modo se castigaban las faltas militares, si se hacia uso del tormento con los militares. Quinta—Cual era el alimento, vestuario y tratos que se daba al soldado, ya en las filas, ya en los hospitales del Ejército. Sexta—Que edad se exigía al ciudadano para ingresar en el Ejército y en que forma se hacia la recluta para el mismo, antes de la guerra y en la última época de la misma. Séptima—Qué sueldos gozaban las clases del Ejército antes de la guerra, en el curso de ella y en su última época-, y en qué forma ellos se pagaban. Octava—Si los cuerpos que formaban la guardia del General en Jefe y Presidente, estaban en las mismas condiciones y trato que los demás cuerpos del Ejército. Novena—Si existía el espionaje como medida gubernativa en el Ejército y en los demás puntos militares de la República, o fuera, con el fin de obtener noticia, o de vigilar la fidelidad de sus servidores. Decima—Cuál era la población del Paraguay antes de la guerra. Undécima—Qué personal tenia el Ejército Paraguayo antes de la guerra. Duodécima—Cuántos Generales y Coroneles tenia el Ejército. Trigésima—En qué caso se aplicaba la pena de muerte en el Ejército Paraguayo y la tramitación que se seguía al efecto para aplicar los castigos.
En cumplimiento de lo que tiene prometido en el interrogatorio que precede, el infrascrito Coronel Francisco Martínez, pasa á contestar por su orden las preguntas contenidas en dicho interrogatorio. Contestación á la pregunta I —Se llama Francisco Martínez natural de la república del Paraguay, de 38 años de edad. Católico Apostólico Romano, casado, de profesión militar. A la 2″—Su empleo en el Ejército Paraguayo es de Coronel de Caballería, se encuentra en esta Capital en virtud de capitulación, ha sido bien tratado por los aliados en los primeros momentos de su capitulación, del mismo modo que en Buenos Aires punto de su residencia. A la 3″ —Su familia residía en Villa-Rica, pero de todos los miembros de ella, solo vivían en los últimos tiempos, su esposa Doña Juliana Insfrán y su suegra. Su dicha esposa se hallaba según noticias, en la Asunción, al tiempo que él capitulaba en la Península frente á Humaitá: y se asegura hoy por prisioneros tomados por las fuerzas aliadas que fue presa por orden del Mariscal López luego que llegó á conocimiento de este la noticia de dicha capitulación, conducida al campo de San Fernando sobre el Tebicuary, y de allí al de Villeta. Obligada á hacer á pie ese camino de 40 leguas entre muchos otros presos, todos con orden de ser muertos á bayoneta si no pudiesen acompañar al Ejército en su retirada precipitada y que subsiguientemente fue puesta en toda clase de tortura, y por último fusilada, todo á lo que se dice por no haberse prestado á renegar de su matrimonio. Igual suerte cupo, según noticias del mismo origen á la suegra del exponente, madre de su desgraciada esposa. Doña Juliana Insfrán de Martínez era prima en tercer grado con el Mariscal López.”
A la 4″—La disciplina en el Ejército Paraguayo era severa, castigándose las faltas militares ordinarias, según ordenanza y empleándose el tormento, el azote por lo general, para así arrancar declaraciones en los casos de sospecha o delación de conspiración o conatos de lo mismo, por orden especial.”
A la 5 “—El alimento, vestuario y trato que se daba al soldado en las filas y en los hospitales, han sido bastante bien en los primeros tiempos, pero muy escasos mas tarde, A la 6’’—Antes de la guerra no se aceptaban jóvenes menores de quince años, pero en los últimos tiempos, no era raro ver niños de diez años ingresar en las filas del Ejército. Los reclutamientos eran practicados por oficiales militares enviados al efecto en los diferentes departamentos, con orden de completar el número que se les pedía, con buena gente con lo que podía, siendo dichos oficiales eficazmente ayudados en su tarea por los jefes departamentales. A la 7’’—Desde que empezó la guerra actual el Ejército no recibía ningún sueldo fijo, pero si pequeñas sumas de dinero, de tiempo en tiempo, como gratificación. Al exponente no le consta los sueldos que gozaban las clases del Ejército antes de la guerra por no haber hecho parte de él entonces. A la 8 “—Los cuerpos de guardia del General en Jefe y Presidente estaban en las mismas condiciones de los demás cuerpos del Ejército, excepto en su vestuario, á que se atendía algo mas. A la 9’’—El espionaje existía en el Ejército y demás puntos de la República. El exponente ignora lo que ha podido pasar fuera de ella á este respecto. A 10”—ignora el exponente la población que hubiere tenido el Paraguay antes de la guerra. A la 11—El exponente supone que el Ejército paraguayo contaba de 30 á 70 hombres al empezar la guerra. A la 12”—El Ejército tenia al empezar la guerra, un Mariscal y un brigadier; en el curso de ella han existido en diferentes épocas, seis Generales, mas el exponente recuerda haber habido nueve Coroneles hasta la fecha en que capituló. A la 13’’—La pena de muerte se aplicaba en la mayor parta de los casos prescriptos por la ordenanza española, siguiéndose al efecto las tramitaciones de la misma ordenanza, así como frecuentemente por una simple orden del Mariscal López, sin forma alguna de proceso. Entre las ejecuciones de esta última categoría el exponente recuerda entre otras las siguientes: La del teniente Ibáñez, valentísimo oficial de caballería, por haber dicho que el enemigo estaba fuertemente atrincherado lo que el Mariscal López afectó traducir en cobardía.”
La del no menos valiente Elíseo, del batallón núm. 40, cuyo apellido no recuerda el exponente, por habérsele antojado desconfiar de la actitud de la relación que le hizo de su participación en un combate del 18 de Julio de 1866. Al mandarlo al suplicio, López dijo á este oficial: «Yo lo he formado y yo voy á destruirlo.» Y la de tres oficiales de los batallones 4 y 45, por no haber protestado que en adelante se conducirían mejor en la ocasión de una reprensión que les hizo hacer el Mariscal por conducto de un ayudante suyo. Los demás oficiales de los mismos batallones camaradas dé los cuatro ejecutados, fueron todos degradados por la misma falta. A la 14”—El exponente espera que las respuestas que preceden bastarán por si solas para poner en trasparencia el sistema que caracterizaba el Gobierno del Mariscal López y por esta razón cree seria innecesario responder de un modo especial á la 14 y última pregunta. Buenos Aires, Enero 20 de 1869.
Francisco Martínez. Otro si—El exponente cree deber también mencionar como una prueba mas de la arbitrariedad que caracterizaba la administración del Mariscal López, que en el tiempo en que él (el exponente) se hallaba todavía en el Ejército Paraguayo, al mando de Humaitá, llegó á su noticia por conducto de una persona que se hallaba á su servicio en sus establecimientos propios, que las haciendas de campo que poseía en dos estancias, habían sido arreadas en su totalidad, para gastos de las tropas, como es de suponer, sin que él hubiese recibido antes ni después ningún aviso directa ni indirectamente. También cree deber mencionar que un capitán de caballería llamado Torres fue fusilado por orden del Mariscal López, sin forma ni proceso, por haber dicho á un soldado después del ataque á las posiciones aliadas de Tuyutí, el 3 de Noviembre último, que en el Ejército Paraguayo solo se ponderaba la pérdida sufrida por el enemigo, sin hacerse mención de las pérdidas paraguayas, que no habían sido tampoco insignificantes.
A la fecha ut sufra, F. Olegario Orquera.
Francisco Martínez.
Extraído del libro “Siete años de aventuras en el Paraguay” de George Frederick Masterman.